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Un informe revela que el accidente del funicular en Lisboa fue causado por la rotura de un cable subterráneo que impidió el freno
El descenso incontrolado del elevador resultó en la muerte de 16 personas, destacando la presión del turismo sobre los antiguos sistemas de transporte.
Publicado: 7 de septiembre de 2025, 06:31
El pasado miércoles, Lisboa fue escenario de una tragedia cuando un funicular descarriló, dejando un saldo trágico de 16 fallecidos y 24 heridos. Este accidente ha capturado la atención no solo de Portugal, sino de la comunidad internacional debido a la magnitud del suceso. Un informe del Gabinete de Prevención e Investigación de Accidentes de Aeronaves y Accidentes Ferroviarios de Portugal (GPIAAF), publicado recientemente, ha confirmado que la causa fue la rotura de un cable subterráneo que unía las dos cabinas del funicular. Este cable cedió en su punto de fijación a la cabina que descarriló, provocando su descenso descontrolado a una velocidad de 60 km/h.
A pesar de las inspecciones recientes que indicaban el buen estado del funicular, el cable que se rompió había sido instalado hacía 337 días y no era accesible para revisión visual sin desmontar el aparato. El GPIAAF también informó que, durante el descenso, el sistema de frenado, tanto el neumático como el manual, fueron activados de inmediato por el guardafrenos; sin embargo, estas acciones no lograron detener el movimiento ni reducir la velocidad de la cabina, lo que resalta la falta de redundancia en el sistema de frenado, ya que no puede inmovilizar las cabinas si no están equilibradas por el cable que las une. La tragedia ha generado un debate sobre la presión que el turismo ejerce sobre sistemas de transporte históricos, con 29 millones de turistas esperados en 2024, lo que destaca la necesidad de asegurar la seguridad y sostenibilidad de estas infraestructuras.
La comunidad está profundamente afectada por las repercusiones del accidente y conmemora a las víctimas mientras se espera un informe más detallado del GPIAAF sobre las causas del accidente, junto con una investigación penal en curso. Además, se ha resaltado que el plan de mantenimiento del funicular estaba al día, cumpliendo con las inspecciones visuales programadas, y que la revisión del día del accidente no detectó anomalías en el cable ni en los sistemas de frenado. Las autoridades han señalado que se desconoce el número exacto de pasajeros en el momento del accidente, ya que este dato es controlado por los guardafrenos, siendo uno de ellos entre los fallecidos. En este contexto, expertos advierten sobre la creciente presión turística que enfrenta Lisboa, instando a un reevaluación de las condiciones de seguridad de su infraestructura de transporte.
A pesar de las inspecciones recientes que indicaban el buen estado del funicular, el cable que se rompió había sido instalado hacía 337 días y no era accesible para revisión visual sin desmontar el aparato. El GPIAAF también informó que, durante el descenso, el sistema de frenado, tanto el neumático como el manual, fueron activados de inmediato por el guardafrenos; sin embargo, estas acciones no lograron detener el movimiento ni reducir la velocidad de la cabina, lo que resalta la falta de redundancia en el sistema de frenado, ya que no puede inmovilizar las cabinas si no están equilibradas por el cable que las une. La tragedia ha generado un debate sobre la presión que el turismo ejerce sobre sistemas de transporte históricos, con 29 millones de turistas esperados en 2024, lo que destaca la necesidad de asegurar la seguridad y sostenibilidad de estas infraestructuras.
La comunidad está profundamente afectada por las repercusiones del accidente y conmemora a las víctimas mientras se espera un informe más detallado del GPIAAF sobre las causas del accidente, junto con una investigación penal en curso. Además, se ha resaltado que el plan de mantenimiento del funicular estaba al día, cumpliendo con las inspecciones visuales programadas, y que la revisión del día del accidente no detectó anomalías en el cable ni en los sistemas de frenado. Las autoridades han señalado que se desconoce el número exacto de pasajeros en el momento del accidente, ya que este dato es controlado por los guardafrenos, siendo uno de ellos entre los fallecidos. En este contexto, expertos advierten sobre la creciente presión turística que enfrenta Lisboa, instando a un reevaluación de las condiciones de seguridad de su infraestructura de transporte.