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Trump derriba el Ala Este de la Casa Blanca para construir un salón de baile, generando controversia y críticas sobre su legado histórico
La decisión ha generado reacciones enfrentadas sobre el desmantelamiento de un icono histórico y los costes desmesurados del proyecto.
Publicado: 24 de octubre de 2025, 19:38
En un acto que ha desatado una intensa polémica, Donald Trump ha decidido demoler el Ala Este de la Casa Blanca, un área emblemática de la residencia presidencial de Estados Unidos, para dar paso a un nuevo salón de baile. Se trata de un proyecto que costará alrededor de 240 a 300 millones de dólares, financiado mediante donaciones privadas, y que tendrá una capacidad para casi 900 personas, comparable al salón de su residencia en Mar-a-Lago, Florida.
La decisión de demoler esta parte de la Casa Blanca ha sido recibida con críticas, ya que el Ala Este ha sido testigo de momentos cruciales en la historia política y social del país. Este lugar fue sede de actividades significativas llevadas a cabo por primeras damas como Eleanor Roosevelt y Rosalynn Carter. El alto coste de la obra ha pasado de los 200 millones de dólares inicialmente mencionados a cerca de 300 millones, convirtiéndose en objeto de crítica tanto dentro como fuera de la administración.
Mientras tanto, múltiples entidades e individuos han expresado su preocupación por el desmantelamiento de un símbolo del poder político estadounidense. Grupos de preservación histórica han solicitado que se reconsidere la demolición, defendiendo la relevancia del Ala Este como un componente fundamental del patrimonio nacional. En conclusión, el derribo del Ala Este de la Casa Blanca no solo transforma el espacio físico, sino que también plantea serias cuestiones sobre la historia, la memoria y el legado del liderazgo estadounidense.
La decisión de demoler esta parte de la Casa Blanca ha sido recibida con críticas, ya que el Ala Este ha sido testigo de momentos cruciales en la historia política y social del país. Este lugar fue sede de actividades significativas llevadas a cabo por primeras damas como Eleanor Roosevelt y Rosalynn Carter. El alto coste de la obra ha pasado de los 200 millones de dólares inicialmente mencionados a cerca de 300 millones, convirtiéndose en objeto de crítica tanto dentro como fuera de la administración.
Mientras tanto, múltiples entidades e individuos han expresado su preocupación por el desmantelamiento de un símbolo del poder político estadounidense. Grupos de preservación histórica han solicitado que se reconsidere la demolición, defendiendo la relevancia del Ala Este como un componente fundamental del patrimonio nacional. En conclusión, el derribo del Ala Este de la Casa Blanca no solo transforma el espacio físico, sino que también plantea serias cuestiones sobre la historia, la memoria y el legado del liderazgo estadounidense.