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Protestas masivas marcan la Vuelta ciclista a España 2025 contra el equipo Israel-Premier Tech en medio de un contexto de tensiones políticas.
La participación del equipo israelí ha desencadenado movilizaciones multitudinarias y una controversia sobre el papel del deporte en conflictos políticos.
Publicado: 7 de septiembre de 2025, 06:37
La Vuelta ciclista a España 2025 se ha convertido en un escenario de intensas protestas, reflejando un momento excepcional en la que el deporte y la política se entrelazan. El equipo Israel-Premier Tech ha sido objeto de manifestaciones a lo largo de la competición, provocando cortes de carretera y alteraciones en la rutina de la carrera. Las protestas contra el equipo acompañaron al pelotón ciclista durante toda la etapa del viernes y un corte de carretera en L’Angliru provocó la detención de 12 personas, que ya han sido liberadas. Miles de manifestantes bloquearon el recorrido durante una etapa, destacando la unión entre la comunidad ciclista y la creciente concienciación sobre la crisis humanitaria en Gaza.
La organización del evento ha intentado distanciarse de la situación, dejando la sensación de inacción frente a las tensiones geopolíticas. Kiko García, director técnico de la Vuelta, sugirió que la participación del equipo israelí podría comprometer la seguridad de otros, y en la etapa 11 en Bilbao, se detuvo el cronómetro a 3 kilómetros de la meta debido a la protesta masiva en la que miles de personas bloquearon el recorrido, lo que evidenció la tensión entre la competición y las realidades políticas. El equipo ha defendido su derecho a competir, lo que ha llevado a críticas por parte de activistas, quienes también han señalado que cada pedalada bajo la bandera de Israel es un acto de propaganda blanqueadora.
El clima político se intensificó con manifestaciones en Asturias, donde se registraron cortes de carretera y detenciones, multiplicando el eco de las protestas en las redes sociales. La vicepresidenta de Asturias y el presidente regional han expresado su apoyo a las movilizaciones , defendiendo al mismo tiempo la expulsión del equipo israelí de La Vuelta, ante lo que han calificado como un genocidio en Gaza. Este fin de semana, al menos 10 manifestantes han sido detenidos en varias localidades, incluyendo Lugo y O Corgo, tras enfrentamientos con la policía. Uno de los manifestantes provocó la caída de dos ciclistas, incluido el español Javier Romo del Movistar Team, quien tuvo que ser asistido. Mientras tanto, el evento se erige como un símbolo del rechazo popular ante la violencia en Gaza, donde las emociones superan el interés por las victorias deportivas.
La organización del evento ha intentado distanciarse de la situación, dejando la sensación de inacción frente a las tensiones geopolíticas. Kiko García, director técnico de la Vuelta, sugirió que la participación del equipo israelí podría comprometer la seguridad de otros, y en la etapa 11 en Bilbao, se detuvo el cronómetro a 3 kilómetros de la meta debido a la protesta masiva en la que miles de personas bloquearon el recorrido, lo que evidenció la tensión entre la competición y las realidades políticas. El equipo ha defendido su derecho a competir, lo que ha llevado a críticas por parte de activistas, quienes también han señalado que cada pedalada bajo la bandera de Israel es un acto de propaganda blanqueadora.
El clima político se intensificó con manifestaciones en Asturias, donde se registraron cortes de carretera y detenciones, multiplicando el eco de las protestas en las redes sociales. La vicepresidenta de Asturias y el presidente regional han expresado su apoyo a las movilizaciones , defendiendo al mismo tiempo la expulsión del equipo israelí de La Vuelta, ante lo que han calificado como un genocidio en Gaza. Este fin de semana, al menos 10 manifestantes han sido detenidos en varias localidades, incluyendo Lugo y O Corgo, tras enfrentamientos con la policía. Uno de los manifestantes provocó la caída de dos ciclistas, incluido el español Javier Romo del Movistar Team, quien tuvo que ser asistido. Mientras tanto, el evento se erige como un símbolo del rechazo popular ante la violencia en Gaza, donde las emociones superan el interés por las victorias deportivas.