Progresista 43%Conservador 57%
Netanyahu enfrenta crisis política en Israel por la destitución de la fiscal general y la desbandada de sus aliados ultraortodoxos.
La tensión entre el gobierno israelí y el poder judicial se intensifica mientras los partidos ultraortodoxos abandonan su coalición gubernamental.
Publicado: 16 de julio de 2025, 13:06
La situación política en Israel se ha vuelto cada vez más compleja para el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien enfrenta una crisis tanto en el ámbito judicial como en su propia coalición de gobierno. A medida que se intensifican los esfuerzos del Ejecutivo por destituir a la fiscal general, Gali Baharav-Miara, los partidos ultraortodoxos han anunciado su retirada del Gobierno, dejando a Netanyahu al frente de una coalición en minoría con tan solo 49 escaños de los 120 del Parlamento. El partido Shas, tras una prolongada disputa sobre el servicio militar obligatorio para los estudiantes de seminarios religiosos, ha liderado este éxodo, afirmando que no es posible seguir formando parte de un gobierno que incumple promesas relacionadas con esta cuestión.
El conflicto con Baharav-Miara se centra en su rol como uno de los principales contrapesos al Gobierno, especialmente tras los cargos de corrupción que enfrenta Netanyahu. La fiscal general ha denunciado irregularidades en el actuar de varios ministros y ha impedido intentos del Ejecutivo de reformar el sistema judicial de manera que beneficie a Netanyahu. La salida del partido Judaísmo Unido de la Torá, que ocurrió un día antes que Shas, intensifica aún más la crisis, dejando a Netanyahu con una frágil y limitada capacidad de acción legislativa.
Las perspectivas para Netanyahu son inciertas, especialmente si el Tribunal Supremo decide intervenir en la destitución de la fiscal general. Yair Lapid, líder de la oposición, ha declarado que el gobierno carece de legitimidad y ha instado a la Knéset a considerar su disolución. Sin embargo, esta no es inminente, ya que se requiere una votación formal para ello. Los desafíos están creciendo, lo que podría afectar su capacidad para gobernar. A pesar de su estrategia de movilizar a su base presentándose como un defensor del pueblo, la unidad de su coalición se encuentra en riesgo, especialmente en un contexto donde la presión por adoptar una ley que respete las exenciones militares para los ultraortodoxos se intensifica.
El conflicto con Baharav-Miara se centra en su rol como uno de los principales contrapesos al Gobierno, especialmente tras los cargos de corrupción que enfrenta Netanyahu. La fiscal general ha denunciado irregularidades en el actuar de varios ministros y ha impedido intentos del Ejecutivo de reformar el sistema judicial de manera que beneficie a Netanyahu. La salida del partido Judaísmo Unido de la Torá, que ocurrió un día antes que Shas, intensifica aún más la crisis, dejando a Netanyahu con una frágil y limitada capacidad de acción legislativa.
Las perspectivas para Netanyahu son inciertas, especialmente si el Tribunal Supremo decide intervenir en la destitución de la fiscal general. Yair Lapid, líder de la oposición, ha declarado que el gobierno carece de legitimidad y ha instado a la Knéset a considerar su disolución. Sin embargo, esta no es inminente, ya que se requiere una votación formal para ello. Los desafíos están creciendo, lo que podría afectar su capacidad para gobernar. A pesar de su estrategia de movilizar a su base presentándose como un defensor del pueblo, la unidad de su coalición se encuentra en riesgo, especialmente en un contexto donde la presión por adoptar una ley que respete las exenciones militares para los ultraortodoxos se intensifica.