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Madrid se moviliza en protesta por el genocidio en Gaza durante la final de la Vuelta Ciclista, mientras los grupos políticos toman partido.
Más Madrid despliega pancartas en apoyo a Palestina, mientras el gobierno sigue silenciando la tragedia humanitaria en Gaza.
Publicado: 11 de septiembre de 2025, 19:49
En Madrid, la fase final de la Vuelta Ciclista a España se convierte en un escenario de protesta contra el genocidio en Gaza. La Delegación del Gobierno ha desplegado 1.500 agentes para garantizar la seguridad ante la indignación de la ciudadanía, que utiliza banderas palestinas y carteles llamando a la acción. Los grupos FAPA Francisco Giner de los Ríos y FRAVM reflejan un consenso amplio en la sociedad para condenar lo que consideran un genocidio.
Más Madrid ha mostrado su apoyo a Palestina con pancartas en edificios municipales, criticando las palabras del alcalde José Luis Martínez-Almeida, quien niega que la violencia en Gaza constituyera un genocidio. La oposición ha criticado la postura gubernamental mientras ciudadanos organizan acciones de solidaridad, como la recolección de firmas para excluir a Israel de eventos deportivos.
La respuesta del gobierno ha sido garantizar el desarrollo pacífico de la Vuelta a pesar de las manifestaciones. Sin embargo, esta situación pone de relieve una división creciente entre el sentir popular y la respuesta institucional, lo que destaca la falta de empatía de la administración ante la crisis humanitaria en Gaza y el intento de acallar a los manifestantes.
Más Madrid ha mostrado su apoyo a Palestina con pancartas en edificios municipales, criticando las palabras del alcalde José Luis Martínez-Almeida, quien niega que la violencia en Gaza constituyera un genocidio. La oposición ha criticado la postura gubernamental mientras ciudadanos organizan acciones de solidaridad, como la recolección de firmas para excluir a Israel de eventos deportivos.
La respuesta del gobierno ha sido garantizar el desarrollo pacífico de la Vuelta a pesar de las manifestaciones. Sin embargo, esta situación pone de relieve una división creciente entre el sentir popular y la respuesta institucional, lo que destaca la falta de empatía de la administración ante la crisis humanitaria en Gaza y el intento de acallar a los manifestantes.