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La relación entre el cambio climático y la ola de incendios forestales en España y Portugal: un fenómeno recurrente cada 15 años
Un análisis conjunto revela que los incendios forestales de este verano han sido intensificados por el calentamiento global, con graves consecuencias ambientales y sociales.
Publicado: 4 de septiembre de 2025, 06:51
En el verano de 2025, España y Portugal sufrieron una ola de incendios forestales sin precedentes que arrasó más de 640.000 hectáreas de bosque, devastando ecosistemas y comunidades. Este fenómeno catastrófico ha puesto de manifiesto el vínculo directo con el cambio climático, ya que estudios de World Weather Attribution concluyen que las condiciones que propiciaron los incendios son aproximadamente 40 veces más probables debido al calentamiento global, siendo además un 30% más intensas que las estimaciones previas. La Dra. Clair Barnes, investigadora del Imperial College London, destacó que la ola de calor que afectó la región fue 200 veces más probable y 3°C más cálida debido al cambio climático.
Los incendios, provocados por una combinación de sequedad, altas temperaturas y vientos erráticos, llevaron a la activación del Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea, lo que permitió desplegar más de 5.000 militares y bomberos forestales. Apenas el 13 de agosto, España solicitó refuerzos internacionales, una respuesta sin precedentes ante la magnitud de la catástrofe. Sin la influencia del cambio climático, la probabilidad de que se produjeran incendios de esta magnitud sería una vez cada 500 años, pero se predice que tales condiciones podrían repetirse cada 15 años si no se mitiga el calentamiento global.
Los expertos advierten sobre la necesidad urgente de adaptarse a estas nuevas realidades climáticas, enfatizando que la adaptación no está siguiendo el ritmo del calor extremo y la devastación causada por los incendios. Como señala Friederike Otto, profesora de Ciencias del Clima en el Imperial College de Londres, “España está siendo duramente golpeada por el cambio climático”, y añade que estos eventos extremos constituyen una alerta sobre la crisis climática, donde la falta de acción puede llevar a escenarios mucho más devastadores en el futuro. La magnitud de estos incendios ha destacado la presión sobre los recursos de extinción en Europa, ya que los bomberos enfrentan condiciones cada vez más caóticas e impredecibles. Según la Agencia Estatal de Meteorología, la ola de calor fue la más intensa registrada en 50 años, con una anomalía de 4,6°C y un periodo de calor sostenido que coincidió con la crisis de incendios. Investigadores también han destacado la conexión entre la despoblación rural y la gestión inadecuada de los bosques, lo que ha incrementado la carga de combustible disponible para los incendios.
Los incendios, provocados por una combinación de sequedad, altas temperaturas y vientos erráticos, llevaron a la activación del Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea, lo que permitió desplegar más de 5.000 militares y bomberos forestales. Apenas el 13 de agosto, España solicitó refuerzos internacionales, una respuesta sin precedentes ante la magnitud de la catástrofe. Sin la influencia del cambio climático, la probabilidad de que se produjeran incendios de esta magnitud sería una vez cada 500 años, pero se predice que tales condiciones podrían repetirse cada 15 años si no se mitiga el calentamiento global.
Los expertos advierten sobre la necesidad urgente de adaptarse a estas nuevas realidades climáticas, enfatizando que la adaptación no está siguiendo el ritmo del calor extremo y la devastación causada por los incendios. Como señala Friederike Otto, profesora de Ciencias del Clima en el Imperial College de Londres, “España está siendo duramente golpeada por el cambio climático”, y añade que estos eventos extremos constituyen una alerta sobre la crisis climática, donde la falta de acción puede llevar a escenarios mucho más devastadores en el futuro. La magnitud de estos incendios ha destacado la presión sobre los recursos de extinción en Europa, ya que los bomberos enfrentan condiciones cada vez más caóticas e impredecibles. Según la Agencia Estatal de Meteorología, la ola de calor fue la más intensa registrada en 50 años, con una anomalía de 4,6°C y un periodo de calor sostenido que coincidió con la crisis de incendios. Investigadores también han destacado la conexión entre la despoblación rural y la gestión inadecuada de los bosques, lo que ha incrementado la carga de combustible disponible para los incendios.