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La precariedad del alquiler se consolida: un gran número de inquilinos no espera acceder a una vivienda propia.
Estudios revelan que el perfil de los inquilinos cambia y que las condiciones de arrendamiento profundizan las desigualdades sociales en varias ciudades.
Publicado: 26 de noviembre de 2025, 07:47
La situación del mercado de alquiler de viviendas ha alcanzado niveles alarmantes en ciudades como Madrid, Barcelona, Lisboa y Buenos Aires, donde un amplio segmento de la población se encuentra atrapado en un sistema de arrendamiento que parece no ofrecer salida hacia la propiedad. El reciente estudio del Instituto IDRA pone de manifiesto que un significativo porcentaje de inquilinos no espera heredar una vivienda que les permita dejar el alquiler. En este contexto, aproximadamente el 70% de los encuestados en Madrid y más del 80% en otras ciudades reconocen que no podrán abandonar su condición de inquilinos.
Este cambio estructural en la vivienda refleja una transformación en la vida cotidiana de muchas personas que ahora consideran el alquiler como un estado permanente. El informe señala que el alquiler dejó de ser una fase transitoria típica de los jóvenes para convertirse en una realidad común entre personas de edades más avanzadas, con muchas en el rango de 35 a 64 años afectadas. Uno de los aspectos más preocupantes que destacan los informes es el estrés financiero que enfrentan los inquilinos, con un creciente número de hogares destinando más del 30% de sus ingresos a la renta.
El informe también destaca las condiciones precarias de muchas viviendas, donde los inquilinos padecen deficientes servicios de mantenimiento. Esta situación ha generado preocupación en diversas capas de la población, que teme el aumento de precios y la posibilidad de perder sus hogares. Las recomendaciones apuntan a desarrollar políticas que garanticen los derechos de los arrendatarios, incluyendo la regulación de precios de alquiler y medidas que resguarden la estabilidad residencial ante la crisis habitacional actual.
Este cambio estructural en la vivienda refleja una transformación en la vida cotidiana de muchas personas que ahora consideran el alquiler como un estado permanente. El informe señala que el alquiler dejó de ser una fase transitoria típica de los jóvenes para convertirse en una realidad común entre personas de edades más avanzadas, con muchas en el rango de 35 a 64 años afectadas. Uno de los aspectos más preocupantes que destacan los informes es el estrés financiero que enfrentan los inquilinos, con un creciente número de hogares destinando más del 30% de sus ingresos a la renta.
El informe también destaca las condiciones precarias de muchas viviendas, donde los inquilinos padecen deficientes servicios de mantenimiento. Esta situación ha generado preocupación en diversas capas de la población, que teme el aumento de precios y la posibilidad de perder sus hogares. Las recomendaciones apuntan a desarrollar políticas que garanticen los derechos de los arrendatarios, incluyendo la regulación de precios de alquiler y medidas que resguarden la estabilidad residencial ante la crisis habitacional actual.