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La huida de Andry Rajoelina de Madagascar tras semanas de protestas revela un momento político crítico en la nación africana.

La intervención internacional y la desobediencia militar marcan la salida del presidente ante un escenario de crisis profunda.

Publicado: 13 de octubre de 2025, 19:28

El presidente de Madagascar, Andry Rajoelina, ha abandonado su país este domingo en medio de una crisis política y social que ha desatado protestas masivas desde finales de septiembre, provocando la muerte de al menos 22 personas. Este tumulto ha sido impulsado por reclamaciones de la Generación Z, quienes protestan contra los frecuentes cortes de luz y agua en el país.

Rajoelina, que se encontraba en paradero desconocido desde el sábado, cuando sectores del ejército se unieron a las manifestaciones y se negaron a reprimirlas, voló inicialmente en helicóptero a la isla de Santa María, desde donde embarcó en un avión militar francés con destino a la Isla de la Reunión. Este movimiento ha generado especulaciones sobre un posible acuerdo con el presidente francés Emmanuel Macron para facilitar su salida. La situación en Madagascar se ha deteriorado rápidamente, con el ejército tomando un papel prominente tras el apoyo de la unidad de élite CAPSAT a los manifestantes, lo que se interpretó como una pérdida de control por parte de Rajoelina.

El presidente intensificó la crisis al anunciar la disolución de la Asamblea Nacional, alegando la necesidad de evitar una posible moción de censura impulsada por la oposición, que buscaba su destitución ante la grave situación del país. Las manifestaciones originales empezaron como una respuesta a la crisis de servicios básicos, pero rápidamente evolucionaron hacia un llamado a la dimisión de Rajoelina. A medida que aumentaban las tensiones, el gobierno intentó calmar los ánimos destituyendo a su primer ministro y proponiendo un nuevo gobierno, medidas que resultaron insuficientes para detener el alza de protestas. En un vídeo, Rajoelina explicó que se había escondido en un 'lugar seguro' por amenazas a su vida, asegurando que desde el 25 de septiembre ha habido intentos de asesinato en su contra. Francia ha desmentido cualquier tipo de intervención militar en la crisis, aunque se la cuestiona por facilitar la salida de Rajoelina. La ONU ha solicitado un diálogo para abordar la crisis, expresando su preocupación por la violencia y las muertes ocurridas durante las protestas. Los recientes disturbios han llevado a una desobediencia militar, con la unidad militar de élite CAPSAT pidiendo desobedecer órdenes de reprimir a los manifestantes y tomando el control de las Fuerzas Armadas.