Progresista 100%Conservador 0%
La Comisión Europea enfrenta desafíos en su transición energética mientras critica las concesiones a la industria automovilística.
Bruselas impulsa la interconexión energética en la península Ibérica, pero retrocede en sus objetivos climáticos para el sector automotriz.
Publicado: 27 de diciembre de 2025, 22:49
La Comisión Europea ha presentado un plan para mejorar la interconexión energética entre la península Ibérica y el resto de Europa, buscando aumentar la capacidad de interconexión de 2,5 gigavatios (GW) a 8 GW para 2040. Este esfuerzo es fundamental para garantizar un suministro eléctrico más sostenible y se destaca como esencial para la competitividad y resiliencia de Europa. Sin embargo, Francia se ha mostrado reacia a aceptar estas conexiones en el pasado, aunque la guerra en Ucrania ha llevado a Bruselas a priorizar estos proyectos.
A pesar de los avances en interconexiones, la Comisión ha enfrentado críticas por su reciente decisión de permitir la fabricación de coches de combustión más allá de 2035, lo que se considera un retroceso en la lucha contra el cambio climático. La flexibilización de las normas sobre emisiones se ha visto como una desviación de los compromisos establecidos por la Comisión, influenciada por la presión de países como Alemania e Italia y una mayoría conservadora en la política europea.
Bruselas defiende que las mejoras en la infraestructura energética son esenciales para llevar energía limpia y asequible a los países miembros, a pesar de las críticas sobre la dirección de las políticas climáticas. Este contraste genera interrogantes sobre cómo se podrá mantener la política energética y climática de manera efectiva en Europa, ante el desafío de equilibrar intereses económicos a corto plazo con la sostenibilidad a largo plazo.
A pesar de los avances en interconexiones, la Comisión ha enfrentado críticas por su reciente decisión de permitir la fabricación de coches de combustión más allá de 2035, lo que se considera un retroceso en la lucha contra el cambio climático. La flexibilización de las normas sobre emisiones se ha visto como una desviación de los compromisos establecidos por la Comisión, influenciada por la presión de países como Alemania e Italia y una mayoría conservadora en la política europea.
Bruselas defiende que las mejoras en la infraestructura energética son esenciales para llevar energía limpia y asequible a los países miembros, a pesar de las críticas sobre la dirección de las políticas climáticas. Este contraste genera interrogantes sobre cómo se podrá mantener la política energética y climática de manera efectiva en Europa, ante el desafío de equilibrar intereses económicos a corto plazo con la sostenibilidad a largo plazo.