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Japón ejecuta al 'asesino de Twitter': el caso que conmocionó al país y reabre el debate sobre la pena de muerte
La ejecución de Takahiro Shiraishi destaca la utilización de redes sociales en la captación de víctimas vulnerables.
Publicado: 27 de junio de 2025, 07:07
Este viernes, Japón ha ejecutado a Takahiro Shiraishi, conocido como el 'asesino de Twitter', quien fue condenado a muerte por asesinar y descuartizar a nueve personas entre agosto y octubre de 2017. Shiraishi, bajo el seudónimo de “Hanging Pro”, contactaba a sus víctimas a través de Twitter, prometiéndoles una muerte indolora y comprensión, lo que les llevó a su hogar, donde las asesinaba y desmembraba. Esta ejecución ha reavivado el debate sobre la pena capital en el país, donde el apoyo a esta práctica se mantiene alto entre la población.
Las víctimas de Shiraishi, que presentaban tendencias suicidas, fueron ocho mujeres y un hombre, todos de entre 15 y 26 años. Una vez en su hogar, las asesinaba y desmembraba, generando un profundo impacto social. Aunque se declaró culpable, su defensa argumentó que las víctimas habían consentido, lo que fue desmentido por evidencias. El caso plantea cuestiones sobre la violencia en línea y la necesidad de revisar las leyes sobre la pena de muerte.
El ministro de Justicia japonés, Keisuke Suzuki, afirmó tras la ejecución que el caso había provocó una gran conmoción en la sociedad por la pérdida de vidas valiosas para satisfacer las necesidades egoístas del reo. Desde 2023, Japón tiene 107 prisioneros en el corredor de la muerte, en un sistema criticado por organizaciones de derechos humanos. La ejecución ha generado una amplia cobertura mediática y ha reabierto el diálogo sobre la eficacia de la pena capital en un contexto judicial que busca equilibrar justicia y seguridad. La pena de muerte se aplica exclusivamente por ahorcamiento en casos de multihomicidio o extrema crueldad, siendo esta la primera ejecución en casi tres años. La última ejecución anterior se produjo en julio de 2022, lo que hace que el caso de Shiraishi sea un punto de inflexión en la política de pena de muerte en Japón.
Las víctimas de Shiraishi, que presentaban tendencias suicidas, fueron ocho mujeres y un hombre, todos de entre 15 y 26 años. Una vez en su hogar, las asesinaba y desmembraba, generando un profundo impacto social. Aunque se declaró culpable, su defensa argumentó que las víctimas habían consentido, lo que fue desmentido por evidencias. El caso plantea cuestiones sobre la violencia en línea y la necesidad de revisar las leyes sobre la pena de muerte.
El ministro de Justicia japonés, Keisuke Suzuki, afirmó tras la ejecución que el caso había provocó una gran conmoción en la sociedad por la pérdida de vidas valiosas para satisfacer las necesidades egoístas del reo. Desde 2023, Japón tiene 107 prisioneros en el corredor de la muerte, en un sistema criticado por organizaciones de derechos humanos. La ejecución ha generado una amplia cobertura mediática y ha reabierto el diálogo sobre la eficacia de la pena capital en un contexto judicial que busca equilibrar justicia y seguridad. La pena de muerte se aplica exclusivamente por ahorcamiento en casos de multihomicidio o extrema crueldad, siendo esta la primera ejecución en casi tres años. La última ejecución anterior se produjo en julio de 2022, lo que hace que el caso de Shiraishi sea un punto de inflexión en la política de pena de muerte en Japón.