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Europa da pasos decisivos para desvincularse energéticamente de Rusia en medio de crecientes desafíos económicos.
La Unión Europea busca romper la dependencia del gas y el uranio rusos, enfrentando complejidades legales y de suministro.
Publicado: 16 de junio de 2025, 22:46
La Unión Europea se enfrenta a la urgente necesidad de reducir su dependencia energética de Rusia, especialmente tras la invasión de Ucrania. Bruselas ha instado a romper contratos de gas ruso y está elaborando medidas legales para facilitar esta desconexión, priorizando el objetivo de detallar la entrada de gas ruso para 2027. En este contexto, la Comisión Europea ha propuesto que se prohíban nuevos contratos para la compra de gas ruso a partir de enero de 2026 y plantea un 'divorcio' total de las importaciones para diciembre de 2027. A pesar de ser un proveedor esencial, la ruptura genera temor en las empresas sobre posibles multas y las implicaciones económicas de cancelar contratos a largo plazo.
Además, el suministro de uranio ruso representa entre el 20 y el 25% del total consumido por Europa, lo que añade otro aspecto crítico a la dependencia energética. Las sanciones han llevado a Bruselas a discutir la eliminación de estas importaciones para la década de 2030, lo que requerirá inversiones significativas y la búsqueda de alternativas nucleares. La oposición de algunos países de la UE complica aún más esta reestructuración necesaria. Bruselas confía en que las empresas como Naturgy y Repsol puedan invocar la fuerza mayor en sus contratos para evitar indemnizaciones al Kremlin cuando se implemente la nueva normativa.
Ambas noticias reflejan diferentes aspectos de la compleja relación de Europa con Rusia en energía, subrayando la importancia de romper dependencias en un tiempo en que la situación geopolítica es tensa. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, afirmó que esta normativa no solo busca la independencia energética sino que también responde a la utilización del suministro energético por parte de Rusia como un instrumento de chantaje.
Además, el suministro de uranio ruso representa entre el 20 y el 25% del total consumido por Europa, lo que añade otro aspecto crítico a la dependencia energética. Las sanciones han llevado a Bruselas a discutir la eliminación de estas importaciones para la década de 2030, lo que requerirá inversiones significativas y la búsqueda de alternativas nucleares. La oposición de algunos países de la UE complica aún más esta reestructuración necesaria. Bruselas confía en que las empresas como Naturgy y Repsol puedan invocar la fuerza mayor en sus contratos para evitar indemnizaciones al Kremlin cuando se implemente la nueva normativa.
Ambas noticias reflejan diferentes aspectos de la compleja relación de Europa con Rusia en energía, subrayando la importancia de romper dependencias en un tiempo en que la situación geopolítica es tensa. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, afirmó que esta normativa no solo busca la independencia energética sino que también responde a la utilización del suministro energético por parte de Rusia como un instrumento de chantaje.