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El robo de joyas en el Louvre genera conmoción y preocupación por la seguridad del patrimonio artístico
La policía investiga el asalto mientras se revelan imágenes de los ladrones en el museo parisino.
Publicado: 23 de octubre de 2025, 12:09
El reciente robo en el Museo del Louvre ha generado preocupación sobre la seguridad del patrimonio artístico, resultando en la sustracción de ocho joyas de la corona francesa, valoradas en 88 millones de euros. Nuevas imágenes han surgido que muestran a los ladrones utilizando un montacargas para fugarse, evidenciando un meticuloso nivel de planificación en el crimen. La presidenta del Louvre, Laurence des Cars, ha expresado ante el Senado su preocupación por la obsolescencia de los sistemas de seguridad. A pesar de que las alarmas se activaron, la acción rápida de los ladrones impidió su captura. Este incidente ha llevado a Emmanuel Macron a solicitar la aceleración en las medidas de seguridad para prevenir futuros robos, mientras se renueva el debate sobre la protección del arte y la cultura en distintos contextos.
El fabricante del montacargas utilizado por los ladrones, Böcker Maschinenwerke GmbH, con sede en Alemania, ha aprovechado la notoriedad del robo para promocionar su producto de manera controvertida. Utilizando un eslogan que dice: "Cuando las cosas tienen que ir rápido", la empresa ha generado una ola de críticas. Alexander Böcker, director de la compañía, admitió que el aparato fue vendido hace años a un cliente francés que lo alquila en la región de París, y explicó que los ladrones lo sustrajeron de este cliente. Aunque subrayó que el acto es "absolutamente condenable", también destacó la ironía de utilizar el crimen como plataforma publicitaria: "Cuando supimos que nadie había resultado herido, decidimos tomárnoslo con un poco de humor".
El robo del Louvre también ha resaltado el problema de los expolios en otras instituciones culturales menos visibles, lo que ha generado una discusión más amplia sobre la conservación del patrimonio cultural en general. Des Cars también informó que la corona de la emperatriz Eugenia, adornada con más de 1.300 diamantes y 56 esmeraldas, podría ser restaurada, a pesar de haber sufrido daños durante el robo. Otras piezas, como el collar que Napoleón I regaló a su esposa María Luisa, todavía se encuentran desaparecidas. Este asalto, que duró apenas siete minutos, ha reabierto el debate sobre la seguridad en los grandes museos europeos, afectando no solo la confianza del público en la seguridad del museo, sino también llevando a un inesperado enfoque comercial sobre un evento tan trágico. La policía continúa su búsqueda de los ladrones, que se cree son criminales locales conectados al crimen organizado.
El fabricante del montacargas utilizado por los ladrones, Böcker Maschinenwerke GmbH, con sede en Alemania, ha aprovechado la notoriedad del robo para promocionar su producto de manera controvertida. Utilizando un eslogan que dice: "Cuando las cosas tienen que ir rápido", la empresa ha generado una ola de críticas. Alexander Böcker, director de la compañía, admitió que el aparato fue vendido hace años a un cliente francés que lo alquila en la región de París, y explicó que los ladrones lo sustrajeron de este cliente. Aunque subrayó que el acto es "absolutamente condenable", también destacó la ironía de utilizar el crimen como plataforma publicitaria: "Cuando supimos que nadie había resultado herido, decidimos tomárnoslo con un poco de humor".
El robo del Louvre también ha resaltado el problema de los expolios en otras instituciones culturales menos visibles, lo que ha generado una discusión más amplia sobre la conservación del patrimonio cultural en general. Des Cars también informó que la corona de la emperatriz Eugenia, adornada con más de 1.300 diamantes y 56 esmeraldas, podría ser restaurada, a pesar de haber sufrido daños durante el robo. Otras piezas, como el collar que Napoleón I regaló a su esposa María Luisa, todavía se encuentran desaparecidas. Este asalto, que duró apenas siete minutos, ha reabierto el debate sobre la seguridad en los grandes museos europeos, afectando no solo la confianza del público en la seguridad del museo, sino también llevando a un inesperado enfoque comercial sobre un evento tan trágico. La policía continúa su búsqueda de los ladrones, que se cree son criminales locales conectados al crimen organizado.