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El G7 enfrenta una crisis de identidad y relevancia ante el regreso de Trump y las tensiones globales actuales.
La cumbre en Kananaskis refleja las grietas en el orden mundial, evidenciadas por el liderazgo polémico de Trump y los retos económicos que enfrenta el grupo.
Publicado: 15 de junio de 2025, 08:13
Este fin de semana, los líderes de las siete economías más avanzadas del mundo se reunirán en Kananaskis, Canadá, para abordar los crecientes desafíos que enfrenta el G7. El regreso de Donald Trump a esta cumbre provoca tensiones significativas, al tiempo que pone de manifiesto la fragilidad de las relaciones entre los países miembros. A medida que el G7 ha visto disminuir su peso en el PIB global, la agenda del grupo ha cambiado, enfocándose más en el nacionalismo y el unilateralismo debido a la administración Trump.
Una de las principales preocupaciones en la cumbre es la falta de un comunicado conjunto, lo que señala la erosión de la unidad dentro del grupo. Los líderes planean discutir estrategias para manejar las tensiones económicas, incluida la cuestión del petróleo ruso, donde hay diferencias de opinión entre los miembros. Esta situación refleja claramente cómo la administración de Trump ha creado divisiones en la estructura del G7, limitando su capacidad para actuar de manera cohesiva ante desafíos globales.
Analistas advierten que la influencia de Trump y Vladimir Putin está socavando el sistema multilateral, generando una crisis de identidad en el G7. Con casi 50 años desde su creación, el grupo enfrenta riesgos de irrelevancia en un contexto internacional donde potencias emergentes como China están tomando protagonismo. La agenda también abarca la respuesta a la invasión de Ucrania, aunque las sanciones propuestas parecen podrían no ser suficientes para enfrentar la magnitud de los problemas actuales del orden mundial.
Una de las principales preocupaciones en la cumbre es la falta de un comunicado conjunto, lo que señala la erosión de la unidad dentro del grupo. Los líderes planean discutir estrategias para manejar las tensiones económicas, incluida la cuestión del petróleo ruso, donde hay diferencias de opinión entre los miembros. Esta situación refleja claramente cómo la administración de Trump ha creado divisiones en la estructura del G7, limitando su capacidad para actuar de manera cohesiva ante desafíos globales.
Analistas advierten que la influencia de Trump y Vladimir Putin está socavando el sistema multilateral, generando una crisis de identidad en el G7. Con casi 50 años desde su creación, el grupo enfrenta riesgos de irrelevancia en un contexto internacional donde potencias emergentes como China están tomando protagonismo. La agenda también abarca la respuesta a la invasión de Ucrania, aunque las sanciones propuestas parecen podrían no ser suficientes para enfrentar la magnitud de los problemas actuales del orden mundial.