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Bashar al Asad regresa a la universidad en Moscú mientras enfrenta el aislamiento tras su derrocamiento en Siria
El exdictador busca retomar su carrera en oftalmología y enfrenta las restricciones impuestas por el Kremlin en su nuevo hogar.
Publicado: 16 de diciembre de 2025, 18:37
Bashar al Asad, el expresidente sirio derrocado, se ha instalado en Moscú, donde busca retomar sus estudios de oftalmología a pesar de enfrentar un nuevo capítulo de su vida en el exilio. A pesar de su situación opulenta, no tiene contacto con el presidente ruso, Vladímir Putin, quien lo considera irrelevante y ha restringido su acceso a los medios. Esto ha complicado su adaptación a la sociedad rusa, donde la familia Al Asad está considerando un traslado a Emiratos Árabes Unidos, aunque aún no les han ofrecido residencia permanente.
Al Asad enfrenta un aislamiento marcado por la falta de contactos, y sus hijos continúan sus estudios en universidades rusas. A pesar de las dificultades, la familia intenta llevar una vida normal en Moscú, como se observa en la graduación de su hija, Zein. Las circunstancias actuales reflejan la fragilidad del poder y las dinámicas de la política internacional, ya que Al Asad, que una vez tuvo mucho poder, ahora se encuentra en una situación incierta y solitaria.
Por otro lado, la prohibición de Al Asad para comunicarse con la prensa subraya su aislamiento y falta de relevancia en la política actual. Mientras su familia se esfuerza por adaptarse, la historia de Al Asad se convierte en un símbolo de la transitoriedad del poder y la complejidad de la vida en el exilio.
Al Asad enfrenta un aislamiento marcado por la falta de contactos, y sus hijos continúan sus estudios en universidades rusas. A pesar de las dificultades, la familia intenta llevar una vida normal en Moscú, como se observa en la graduación de su hija, Zein. Las circunstancias actuales reflejan la fragilidad del poder y las dinámicas de la política internacional, ya que Al Asad, que una vez tuvo mucho poder, ahora se encuentra en una situación incierta y solitaria.
Por otro lado, la prohibición de Al Asad para comunicarse con la prensa subraya su aislamiento y falta de relevancia en la política actual. Mientras su familia se esfuerza por adaptarse, la historia de Al Asad se convierte en un símbolo de la transitoriedad del poder y la complejidad de la vida en el exilio.